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En la Lagunilla mi barrio

Los  vendedores recuerdan las visitas de María Félix e Irma Serrano, los cronistas hablan del boxeador Rodolfo El Chango Casanova y de Mario Moreno Cantinflas, y por todos es sabido que el cronista Carlos Monsiváis venía a este tianguis para adquirir objetos que ahora dan vida al Museo del Estanquillo, ubicado en la calle de Madero.

En el mercado que se encuentra en la calle López Rayón, lote número 46,  esquina con Ignacio Allende, en el centro de la Ciudad de México, acuden entre 4 y 6 mil personas a practicar el gozoso arte de chacharear –“negociar con mercancías de escaso valor”–, según el diccionario.

La época de oro de La Lagunilla fue de 1942 a 1980. Una época en la que venían secretarios de Estado, artistas, escritores y grandes coleccionistas.

Son muchos los mitos y leyendas que recorren la historia del tianguis; que si venían a comprar antigüedades los actores de Hollywood Anthony Queen y Tony Curtis, que si Guillermo González Camarena, el inventor de la televisión a colores, encontró en el mercado las piezas para éste y otros inventos, que si parte de la colección de Franz Mayer, ahora en el museo que lleva su nombre, salió de aquí.

Los objetos de más de cien años, las llamadas antigüedades, se han vuelto escasos. La disparidad en el valor de los objetos que puedes encontrar son de: 150 mil, 12 mil, 2 mil 500 hasta 120 pesos.  Lo que no es un mito en la Lagunilla, es la sencilla y contundente premisa de que cualquier cosa usada se puede vender.  

Ya después de recorrer varios metros de antigüedades, es menester hacer una parada e el corredor de alta cocina urbana del tianqguis.  Encontramos desde paella y los trompos al pastor más grandes de la ciudad,  así como otros experimentos culinarios como se venden  en “la Trinchera”, un puesto de comida mediterránea que está sobre la calle de Libertad casi en esquina con Comonfort. En él puedes comer pizzas y baguettes, pero la especialidad de la casa son las grapas –un invento del chef–, que es una especie de crepa rellena de quesos y carnes en forma de cono con un copete de vegetales, todo preparado enfrente de ti.

Y para acompañar la comida nada mejor que un diablito, una rusa o un mojito de Charly, sobre la misma Comonfort, los más deliciosos según varios visitantes y comerciantes. Y el precio es lo mejor, ya que están a dos por 50 pesos.

Hoy el Mercado de la Lagunilla por 10 pesitos vende su propio mapa, es un barrio lleno de historia, en donde prácticamente encuentras de lo que sea.  Así que ya sabes, para chacharear, o regalar algo “vintage” , puedes llegar por la estación del metro Lagunilla o por la estación Garibaldi, en la colonia Morelos

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